Unir a pequeños y mayores para que las vidas de ambos se enriquezcan.
Este era el objetivo de nuestra visita a la residencia Monsalve.
Desde el curso pasado EM3 Educación Musical y nuestra escuela, preparaba con ilusión una dinámica donde la música unía a pequeños y mayores. Ritmos y melodías nuevos para unos y más que conocidos para otros.
Cuando personas de distintas edades conviven, se producen grandes efectos de orden terapéutico.
Pequeños y mayores entran en contacto y se produce una reacción de forma automática.
Los mayores se esfuerzan, sonríen, participan y ponen toda su energía en agradar, complacer y acompañar a esos niños.
Los pequeños por su parte, aprenden que significa envejecer, normalizan el proceso y comprenden que se trata de una evolución natural.
Es realmente impresionante ver como a tan corta edad, adoptan el papel de responsabilidad, cuidado y enseñanza respecto a ellos.
Cuando llegamos a la residencia, todos estaban preparados.
Nos reciben con un gran aplauso. Sus caras de emoción y alegría ante la sola presencia de nuestros pequeños, nos emocionó, comenzando la sesión con lágrimas y llanto contenido.
Los siguientes sesenta minutos transcurrieron de forma curiosa.
Los pequeños llegaron llenos de fuerza y energía, como un torbellino, mientras que los mayores estaban aún apocados, adaptándose poco a poco a la actividad.
Ambos grupos fueron equilibrándose lentamente, mostrando de forma callada y discreta, una empatía hacia el otro.
Los pequeños bajaron su nivel y los mayores se esforzaron por seguir su ritmo, creándose una atmósfera mágica de unión, respeto, aprendizaje y ayuda mutua.
El principio y el final de la vida unidos en una misma sala, unidos a través de la música.
Una experiencia única que sin duda trataremos de repetir.
Porque lejos de cualquier prejuicio, más allá de los efectos emocionales que tienen lugar cuando personas de distintas edades conviven, se producen efectos únicos de orden terapéutico, físico, cognitivo y social.
Os dejamos un video resumen de nuestra experiencia.
Queremos dedicar estas palabras a Antonio, que nos dejó pocos días después de participar en la actividad con sus palmas y su alegría.
Gracias. Gracias a todos por regalarnos una mañana imposible de olvidar.
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