Treinta minutos implican una entrada relajada.
Durante treinta minutos las puertas de nuestra escuela se abren y dejan paso a todas las familias que dejan o recogen a sus pequeños cada día.
Es uno de los pilares de nuestra filosofía, siempre lo ha sido.
Permitir la entrada a la otra mitad de nuestra labor, a aquellos que nos eligen como responsables de la educación de sus hijos, permitir el saludo, el encuentro, la broma, el consuelo, el intercambio de opiniones, el consejo… son tantas cosas las que tienen lugar en tan sólo treinta minutos.
Las familias que ya van al colegio de mayores nos comentan que es una de las cosas que más echan de menos en el día a día de sus hijos.
Las barreras infranqueables que la mayoría de los centros presentan entre entorno escolar y familias puede resultar a veces muy duro. Los timbres que obligan a la separación inmediata, las filas que se ponen en marcha sin mirar atrás, esas normas establecidas en los centros educativos hacen que esas familias recuerden con nostalgia la media hora en que nuestro centro se vuelve transitable y flexible, respetando ritmos y necesidades de todos.
Son sólo treinta minutos, y sin embargo, hacen que nuestra escuela cobre vida.
Saludos y buenos días se cruzan continuamente, las relaciones entre familias y docentes se vuelven más humanas.
Al principio y al final de nuestra jornada la escuela se abre, se deja ver y se siente diferente, convirtiendo los lugares de paso en lugares de encuentro, lugares de comunicación y de transparencia.
Esos momentos llevan a todas las partes implicadas en esta gran labor a unirse por el bien de aquello que a todos más nos importa, nuestros niños y niñas.
Se trata de media hora, pero a veces, no es sólo cuestión de tiempo, es también cuestión de saber entender la edad que nos ocupa y sus necesidades, es saber empatizar con las familias que nos escogen, es ponerse en el lugar de los profesionales que tantas horas pasan con ellos.
Un pequeño cambio puede tener grandes beneficios.
Escuela Infantil Con C de Cariño. Málaga.
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