Los horarios de la mayor parte de las escuelas guardan un lugar para lo que conocemos como juego libre. ¿Qué significado tiene este concepto y cómo podemos llevarlo a cabo de manera correcta?. Hacemos a continuación una reflexión sobre nuestra última experiencia en las aulas.

Tras nuestro paso por el Congreso Internacional de Educación Infantil denominado «Buscando la excelencia educativa», pudimos llegar a la conclusión de que nuestra escuela y su filosofía educativa tenía una pequeña incoherencia respecto a la manera de organizar las aulas en relación a los momentos de juego libre que suelen tener lugar durante nuestras jornadas escolares.

Juego libre, en primer lugar, son los momentos en los que los pequeños no tienen una actividad concreta que realizar como pueden ser nuestras propuestas de proyecto, las sesiones de psicomotricidad o las dinámicas de inglés o música. Todos los días encontramos estos momentos en las rutinas de cada aula. Y es entonces cuando debemos preguntarnos ¿realmente somos respetuosos a la hora de satisfacer la necesidad de juego de cada uno de nuestros alumnos?. Respetar el juego libre de cada uno de ellos supone respetar al propio niño como ser único e independiente.

Por este motivo, decidimos remodelar las aulas de nuestros alumnos durante nuestros días de cierre en agosto. Nos dimos cuenta de que nuestros pequeños jugaban en espacios estáticos y poco estimulantes que no conectaban con la realidad del grupo. Nuestra continua necesidad de aprender y seguir mejorando nos llevó por tanto a cambiar mobiliario, juguetes y material, con el único objetivo de crear escenarios de calidad, acogedores y accesibles en los que los niños y niñas tengan la posibilidad de actuar de manera autónoma según sus propios intereses.

Cada pequeño siente una necesidad en un momento dado, y si queremos dar respuesta a todos ellos, debemos ampliar la oferta de estímulos y recursos en nuestras aulas.

Comenzamos por crear varios espacios como pueden ser el rincón del juego simbólico, los disfraces y las construcciones, donde incluimos materiales naturales y juguetes abiertos, así como elementos reales de la vida cotidiana que despiertan sus sentidos y su creatividad. También incluimos espacios de relajación como pueden ser los columpios, los tipis y los rincones de confort con césped y cojines, espacios artísticos para dibujar libremente y elementos motores que permitan subir, bajar, saltar, rodar… en el momento en que lo necesiten

Creamos de esta manera unas nuevas aulas donde el juego es un momento de libertad, sin condicionantes ni juicios, en el que cada niño pueda sentirse tal y como es, y pueda encontrar una respuesta a su demanda.

Porque no todos los niños necesitan construir torres, ser cocineros, crear obras de arte, esconderse o simplemente descansar a la vez o en un momento concreto. Sus necesidades de juego varían en cada caso y en cada momento, y es nuestra obligación como docentes tratar de dar respuesta a todas ellas.

Nuestra experiencia no ha podido dar mejor resultado. Ahora sentimos como nuestros niños aprenden a interpretar el mundo que los rodea, se relacionan, se conocen a sí mismos, superan retos… ahora sentimos que damos importancia real al juego libre, puesto que no debemos olvidar que el juego es la necesidad más importante de nuestros niños, respetarlo es nuestra responsabilidad.

Con C de Cariño. Málaga