En estos días de comienzo de curso lo habitual en cualquier entorno escolar es ver a los pequeños agarrados a sus familiares hechos un mar de lagrimas… cuando los niños entran llorando a la escuela la angustia y la pena son sentimientos compartidos con los adultos, aunque ellos no den muestras tan evidentes de ello. Una situación difícil para todos que debemos saber como afrontar de la mejor manera posible. Aquí os dejamos algunas herramientas para hacer un poquito más fácil este comienzo de septiembre.

Es importante pensar que un niño no se puede regular emocionalmente hablando hasta los siete años, y que hasta entonces, durante este periodo el niño se regula a través de los adultos y de sus compañeros, por tanto, de cómo reaccionamos en la familia y en su entorno los adultos, depende bastante como los peques se ajusten o se adapten a la situación.

En la escuela es muy importante que las despedidas sean cortas y efectivas. Si camina, es recomendable que acceda al centro por su propio pie y si queremos decirle cuanto le queremos debemos hacerlo durante el acceso al aula, no en el momento de la despedida.

Debemos tratar de ser firmes y no ceder ante lloros y quejas. Si cedemos una sola vez perderemos todo el trabajo realizado con anterioridad, sentando un precedente, de modo que a pesar de la complejidad hay que trabajar para conseguirlo.

 

bebé llorandoSe deben evitar chantajes emocionales o mensajes como «no llores que me pongo triste», «mama se queda aquí y no se va», «voy aquí al lado» o «te recojo en un ratito». Este tipo de mensajes pueden tener un efecto a corto plazo, pero a largo plazo hacen patente la sensación de abandono, no permitiendo a los pequeños asumir la distancia, bloqueando por tanto la búsqueda de un sustituto de apego, como suelen ser las educadoras o los compañeros de clase.

Al recoger a los niños, es muy positivo mostrar alegría e interés por las actividades realizadas, dirigirse de forma amable y positiva a la educadora que realice la entrega del pequeño. No olvidemos que ellos nos observan y aprenden, y nos interesa que asocien emociones positivas a la entrada y salida del centro educativo.

En resumen y como podéis ver, es fundamental que los familiares tengamos seguridad en que nuestra decisión es la correcta y en que el centro elegido es el que queremos para los pequeños, así tendremos confianza en ellos y en las personas que se quedan a cargo de nuestros hijos. Esta seguridad y esta confianza serán los ingredientes para elaborar una correcta actitud frente a los llantos de los pequeños.

Sabemos que es muy duro, pero también sabemos que después de un tiempo los niños captan rápidamente que el centro escolar es un lugar seguro y divertido, un lugar donde descubrir, inventar y socializar con otros niños, sólo queda que vosotros también os mostréis firmes y convencidos de ello.

A por ello!