¿Para cuándo el segundo?. La gran pregunta que las familias con un sólo bebé oyen con más frecuencia de la deseada.

Una pregunta que ellos mismos tienen que reflexionar y afrontar.

En nuestra escuela tenemos una gran cantidad de padres primerizos que se encuentran con la pregunta «¿para cuándo el segundo?», y lo cierto es que la continuidad de sus vástagos es algo que se afronta de diferente manera en función de la experiencia vivida con el primogénito.

Cuando nace tu primer hijo tienes que filtrar el choque de realidad con el que te encuentras y eso implica principalmente saber llevar el cansancio de ser padre y madre. Las dulces ideas preconcebidas de lo que es tener un bebé se ven alteradas cuando comienzan a acumularse las horas sin descanso. Ves pasar las horas de la madrugada una tras otra y tu realidad se ve ralentizada debido a la falta de sueño. Es entonces cuando afrontas ese momento en el que adoras a tu bebé,  lo quieres con absoluta locura, pero «esto no es lo que esperaba» o «esto nadie me lo había advertido».

Porque cuando nace tu bebé piensas que el amor rebosante te va a dar la fuerza suficiente para afrontar lo que venga. Pero te das cuenta que ese amor no hace que duela menos la espalda o las muñecas de tener al bebé en brazos, no hace que el miedo desaparezca al caer el sol y ver que comienza una noche más, y tampoco hace desaparecer el agotamiento que produce ganas de llorar cuando miras el reloj y ves que tras una noche entera de paseos, te queda apenas una hora para que suene el despertador y tengas que rendir en tu trabajo.

Lo cierto es que desde un punto de vista objetivo todo lo que hacen los bebés al nacer es lo normal. Comen a menudo, se despiertan muchas veces durante la noche porque no tienen un ciclo de sueño construido como lo tenemos los adultos, necesitan estar en brazos para sentirse a gusto, relajado y protegido, no les gusta el silencio de la noche porque están acostumbrados a los ruidos que el cuerpo de su mamá le proporcionaba, y tampoco les gusta la soledad o la oscuridad que los adultos relacionamos con el sueño. Ellos están en extremos opuestos a los nuestros y la realidad es que es lo normal, no tienen ningún problema, es así, y el problema de esta situación es más para nosotros que para ellos.

Es cierto que hay bebés que duermen cinco horas seguidas desde que nacen, pero eso es sin duda una excepción.

Y aquí está la clave que nos lleva a responder nuestra pregunta inicial, ¿para cuándo el segundo?, pues seguramente la respuesta dependa mucho del cansancio que hayas sufrido durante tu primera experiencia, del tiempo que hayas tardado en regularizar el tema de las noches y de lo profundas que sean tus ojeras… porque así en estas condiciones…. ¡cualquiera se anima!.

Si ya habéis superado esta fase y estáis decidimos a buscar un hermanito, os dejamos un enlace interesante sobre cuestiones y consejos a tener en cuenta a la hora de comenzar este nuevo capítulo de vuestra vida familiar.